El castillo del duque. - El Aniversario - CONCLUIDO.

A pesar de que yo me juzgaba mal poeta, a la joven pareció gustarle, pues soltó una tímida carcajada para luego ruborizarse aten mi actitud. Esbocé una sonrisa pícara, me lo estaba pasando en grande con Ayame... Lástima que ante su nueva pregunta, tuviese que mentirle de nuevo para no revelarme:

-Así es, señorita Ayame, provengo de unas lejanas tierras al sur del ducado, aunque la mayor parte de mi vida la he pasado en Tharia, de ahí mi nombre. -entonces hago una pausa para beber otro sorbo de vino, y de paso pensar algo- De mi tierra natal poco recuerdo, pero según las imágenes que acuden a mi mente, si puedo deciros que el nombre de aquella isla es Zulú, y que goza de grandes playas de blanca arena y cristalinas aguas. También recuerdo cómo salía todas las tardes, junto con los niños de allí, a jugar en el mar. -digo, intentando darme un aire nostálgico.

Sin embargo, reparé en que la Elfa había intentando cambiar de conversacion respecto a sus orígenes. Acaso había algo en el Bosque que la inquietase? Cúal sería el mottivo de su malestar cuando hablaba de esos temas? Estas y mil dudas más comenzaron a rondar mi cabeza, pero intenté apartarlas y dije riendo:

-Bueno bueno, no quiero aburrirte con mis memorias. -reí de nuevo- Pero, si te han invitado a esta fiesta, debes ser una gran curandera de reconocido prestigio en Uru, no? Siempre me ha interesado mucho la medicina, aunque debo admitir que soy un negado para los trabajos manuales. -rematé, soltando otra breve carcajada.

Mientras hablaba con Ayame, tres personas se dispusieron a ocupar la mesa del al lado, dos hombres y una joven, los cuales parecían aburridos de estar en la fiesta. No pensaba darles mayor importancia, pero mis hábiles ojos de soldado captaron entonces un bulto en la capa de uno de los hombres. Afiné un poco más la vista, y pude ver que el empluado extremo de una flecha sobresalía entre las vestiduras de aquel.

-Me disculpas un segundo, señorita? -dije, resuelto, antes de levantarme y dirigirme con pocos pasos hasta la mesa de aquellos 3.

Me quedé parado, mirando al que portaba las flechas, y luego con tono autoritario aunque cortés, al tiempo que tomaba una copa de la mesa, le digo:

-Disculpadme, pero no se pueden portar armas en la fiesta. Deberíais deshaceros de esas flechas, que supongo iran acompañadas de un arco también. Quién sois?

Ya cuando los oidos extraños no podian escucharles, el concejal dijo al mercader, mientras se sentaba y tomaba una copa de vino de un sirviente que se retiro agil luego de servirles a ambos.

- La situación es dura, señor mercader - dijo en tono serio y preocupado - vuestros estados, los suyos y los de los demas mercaderes, corren peligro... no necesito avisarle sobre la mala salud del Duque... y si sigue la logica... en menos de un año tendremos a un loco belicoso en el trono... El gremio debe ya conocer esta realidad... no han.. - - dijo, mostrandose algo nervioso cada vez que avanzaba en el tema - discutido nada?

El Concejal de economia era un claro aliado del gremio, le habia servido y el gremio habia hecho lo propio por éste, y como sabia que el mercader era jefe del gremio en estas tierras, era la voz que debia oir...

-Bueno, no sé si seré buena o no, sólo me dedico a cumplir con mi deber, eso es todo -respondió ella con una renovada sonrisa, agradeciendo interiormente que Minth no hubiese decidido indagar más sobre su pasado... Su oscuro pasado.

No pudo evitar sorprenderse cuando lo oyó disculparse para aproximarse a unos jóvenes, que parecían ser mayores que ella. Dos hombres y una mujer. No pudo oír, debido al bullicio de la fiesta, lo que Minth les decía pero un bulto en la espalda de uno de los muchachos atrajo su atención. Parecía un carcaj pero no podía estar segura.

Discretamente, siguió el transcurso de la conversación, sin llegar a oírla, por el rabillo del ojo, mientras seguí bebiendo de sucopa a intervalos regulares.

"Así que no soy ninguna autoridad, no?" pensé con malicia mientras seguía observando a los tres hermanos. Al parecer el del carcaj era un bravucón, me estaba tentando a destaparme y llevarlo detenido a las barracas... Pero la bella Ayame estaba delante. Qué hacer? Si revelaba mi auténtica identidad de Capitán de la Guardia, serían evidente mis mentiras ante la Elfa, y quizás esta me guardase rencor. No, no merecía la pena arriesgarse a contraer el odio de la médico por un bravucón malcriado, por lo que simplemente adopté un tono de burla y le dije:

-Yo por suerte no, esa vida no es para mí... Sin embargo, los guardias ducales de ahí afuera sí que lo son. Y te lo aseguro, no les gusta que la gente infrinja las normas. -agrego con una sonrisa.

El concejal cerro los ojos y nego con la cabeza, diciendo con tristeza - No... nada puede pasarle a su hijo mientras el Duque este vivo... se lo debemos a su persona... causarle tal dolor seria asesinar al Duque mismo... - Dijo, demostrando que realmente sentia lealtad y amor a su Duque, que ataño fue tan magno - Pero cuando el duque muera... - sugirio, para luego contradecirse.

- Pero cuando el duque muera su hijo se apurara a tomar las riendas y sera demaciado tarde, pero nada podemos hacer... - dijo, volviendo a negar la cabeza.


Se disponian a contestarse, Ralexion al concejal y sus hijos a Kaelos, cuando se escucho una suave campana que capto la atencion de la sala.

Sirvientes dejaron de recorrer y los invitados se acercaron a la pista de baile, donde los que bailaban habian dejado de hacerlo para enfrentar todos, sirvientes e invitados, al Duque, que se disponia a hablar.
Se levanto con dificultad, aquel anciano que antaño habia vencido en guerras imposibles, y con la misma dificultad comenzo a hablar, y como es propio de él, primero agradecio a los criados y sirvientes.


- Invitados mios, debo agradecer al trabajo del pueblo para producir tan magnifico evento... - dijo, haciendo una larga pausa - Luego invitarles a ustedes, por robarse un tiempo para visitar a este anciano - a lo que la mayoria de los invitados rieron, incluso algun miembro del servicio - Yo se... - continuo cuando las risas se sofocaron - que muchos traman y meditan sobre mi proxima muerte, pero a ellos les dire que habran de esperar, pues este viejo aun puede hacer ruido! - dijo, casi en un grito, lo que le robo el aire y le obligo a sentarse, mientras todos los invitados aplaudian las palabras del anciano duque, realmente le querian, pero sabian que sus palabras no eran ciertas.

- Sin mas, disfrutad de la velada. - concluyo, a lo que los invitados comenzaron a moverse en todas las direcciones, algunos para volver al baile, otros para volver a las mesas, y otros a esconderse en algun oscuro rincon con parejas o socios para discutir o divertirse, pero todos fueron detenidos, cuando sono el estrepito de la polvora accionada de una pistola...

Inmediatamente despues muchos, mujeres sobretodo, dieron alaridos de terror al reconocer el sonido y se escucho una unica clara voz, que grito entre el tumulto de personas "Muerte a Ambros, Larga vida a Sean!". Los guardias ducales mas cercanos acudieron en tropel, y los capitanes encubiertos cambien acudieron, por lo que una docena de hombres tenian al personaje sujeto antes siquiera de ver quien habia sido herido...

La pistola habia disparado a la mesa ducal, de eso no habia duda, pero no habia dado en el blanco, no habia matado al heredero, pero habia disparado a alguien mas, a su hermana... descubrio horrorizado Sean, quien estaba sentado a su lado, como del hombro de la elfa surgia un pequeño pero serio chorro de sangre por donde habia ingresado la bala, y esta atonita apenas podia entender porque se habia detenido la musica...

Todo había ocurrido muy rápido. Las burlas al bravo del arco, las palabras del duque, los aplausos, el disparo. Antes de que yo mismo pudiese darme cuenta de lo que hacía, estaba corriendo hacia el lugar del que había provenido el disparo, mascullando para mis adentros blasfemias y maldiciones. Pero a mitad de la carrera me detuve, ya había una docena de camaradas sosteniendo al autor del disparo, y entonces me volví para buscar con la mirada quién lo había recibido. Mi sorpresa fué mayúscula cuando via la que supuse en el acto princesa sangrando por un hombro.

Corrí rápidamente hacia la princesa Elfa, apartando a los invitados que corrían o se agrupaban escandalizados, gritando:

-Abran paso! Abran paso al Capitán!

Cuando por fin pude llegar ante la dama, le pasé una mano por detrás del cuello para sostenerla en su asiento. La herida parecía ser grave, de eso yo no sabía... Pero conocía a una persona que sí.

-Ayame! Señorita Ayame! -comencé a gritar, impotente, esperando que la médico me oyese y acudiera en el acto para atender a la princesa.

La música se paró de repente, y Keira volvió la cabeza, repentinamente sorprendida.
Un disparo perforó los tímpanos de la elfa, y notó un fortísimo mareo, mientras la vista se le nublaba. Su mano había rozado algo líquido, no sabía qué era, y palpó su vestido en busca de un bolsillo lateral, en el interior del vestido, que ella misma había cosido y en el que había guardado fuertemente su daga cobriza. La sacó, realizando un esfuerzo bastante grande, pues su herida no paraba de sangrar. Ahora entendía. Le habían disparado... Pero Keira no había notado ningún tipo de dolor cuando la bala se introdujo en sus entrañas... Y aquello líquido que había palpado anteriormente no podía ser otra cosa que sangre. Retiró la mano izquierda, asqueada y mareada a la vez, pues la continua pérdida de sangre hacía que no lograra coordinar sus movimientos.
Agarró su daga con la mano derecha, notándola cubierta de sangre, pero en esos instantes no pensó en eso. Su rostro se transformó en una máscara de ira, y sus ojos de miel relucieron con furia. La elfa, se había levantado, sin importarle el mareo que la hacía tambalearse, con el hombro sangrando a borbotones, que hacía que el vestido plateado estuviera empapado de sangre, y sus ojos relucían con furia.
No pudo observar a su aatcante, pues todos los Guardias Ducales y los capitanes encubiertos habían rodeado al hombre que había osado atacarla, y lo último que vio la joven fue el rostro de su hermano Sean el Bueno, antes de caer al suelo con estrépito, mientras un gemido insonoro salió de sus labios.

Un alarido de terror escapó de los labios de la joven elfa al escuchar el disparo producido por uno de los invitados. Sin embargo, reponiéndose rápidamente, se levantó apresuradamente y echó a correr hacia la mesa ducal antes incluso de que Minth comenzara a gritar su nombre por encima de los alaridos de todos los que se hallaban allí, evidentemente conmocionados y aterrados.

Tuvo que empujar a varias personas en su trayecto para poder llegar hasta la joven elfa que había resultado herida pero no perdió el tiempo con contemplaciones y se acuclilló junto a ella para examinar la herida.

-Maldición... -musitó con una mueca-.¡Puedo curarla pero aquí no tengo mis utensilios de medicina! ¡Deberíamos llevarla rápidamente a la clínica! O, mejor aún, ¿hay aquí algún tipo de instrumentos médicos que pueda usar? -gritó por encima del bullicio, intentando hacerse oír.

No lo había demostrado, ya que no era el momento idóneo para ello, pero una frase exclamada por Minth había llamado la atención de la joven elfa:

"¡Abran paso! ¡Abran paso al Capitán!"

Los invitados comenzaron a salir de la escena, tranquilizados por los fornidos guardias ducales que les tranquilizaban y guiaban a la salida, la fiesta habia terminado.

El joven sirviente que habia disparado era un elfo de debiles facciones, probablemente no llegaba a los treinta años, y para un elfo tal edad es casi adolecencia, tres capitanes y cuatro guardias le tenian firmemente sujetado aunque este se debatia deseperado por huir.

El primero en actuar fue el heredero, el verdadero destinatario del disparo, quien salto agil de su asiento para casi correr a donde los guardias que le despejaron la senda hasta el joven elfo, y el heredero se pudo colocar frente a este, mirandole con ira y odio mientras desenfundaba su daga.



Ayame fue escuchada por uno que se acerco agil aunque algo aterrado y se apresuro a chillar.
- Guardias, vosotros dos, ayudad a llevarla a a las enfermerias del castillo - dijo el concejal de sociedad.
A lo que los guardias se apuraron a improvisar una camilla con una de las mesas y a cargar a la princesa hacia las enfermerias seguidos por el concejal y la medica.

Kaelos observaba la situacion, Duque y Duquesa habian sido removidos, a pesar de sus quejas y deseos de quedarse con su hija, mientras que Sean habia ido con estos para convencerles de que era lo mejor.

Los guardias tenian el perimetro dominado y el capitan de estos habia ordenado un registro completo del castillo, aun cuando no se encontrase nada, habia que asegurarse.

Kaelos no podia ver al perpetuador del disparo, pero escucho sus ahogados gritos mientras Ambros le sacaba la lengua.

Los alaridos del causante del disparo provocaron un estremecimiento por parte de la joven, que no se dignó a darse la vuelta para comprobar el castigo recibido a manos del heredero; sino que se apresuró a seguir a los guardias que portaban a la princesa en una camilla improvisada hacia las enfermerías, no sin antes dirigir una última mirada a Minth.

Una vez allí, se apresuró en desnudar a la joven desde la cintura para arriba y comenzó a extraer la bala con los utensilios que se le habían sido proporcionados, no sin antes anestesiarla para evitar el dolor de la intervención.

Apenas media hora más tarde, Ayame se dejaría caer sobre un taburete para esconder el rostro entre las manos, aún algo confundida. A su lado, la princesa reposaba en la camilla, con el hombro vendado cuidadosamente. Ahora dormía.

El capitan que respondio a Kaelos era el Capitan de la Guardia Ducal, un cargo de enorme importancia y gigantesca responsabilidad, sin duda aquel capitan debia ser un hombre extraordinario para haber obtenido tal cargo.
Cuando este vio que el ensangrentado Heredero habia terminado su trabajo miro a Kaelos con amargura y dijo en un susurro apagado.


- Pues nuestro ilustre heredero al trono no nos dio tiempo para interrogarle... pero un sirviente con una cara pistola no es coincidencia... - dijo apollando su mano sobre su empuñadura en gesto de aburrimiento, ya no quedaba nada que hacer, habia muerto ya el elfo y sabia que la guardia no encontraria nada en el castillo.

Tras escuchar las palabras del Capitán de la Guardia Ducal, vi como Ambros había inutilizado estúpidamente toda posibilidad de indagar en aquel intento de asesinato, lo cual demostraba la poca inteligencia del heredero, que les habia hecho un favor a sus conspiradores impidiendo que sus propios hombres investigasen. Deduje que no había nada más que hacer, por lo que me marché de allí a paso rápido. Tenia algo urgente que hacer.

Movimiento: La enfermería del castillo - La verdad sobre el trovador

Movimiento: Voy hacia Aqui.

Hice ademán de para continuar con la conversación, pero entonces, una campana sonó, y guardé silencio, puesto que sabía lo que eso significaba. Garreth, Cassandra y Persival (que había dejado de prestarle atención al hombre que le ordenaba entregar sus armas) hicieron lo mismo.

Con el discurso del Duque ya terminado, aplaudí enérgicamente ante sus palabras, sin embargo, a continuación, ocurrió un suceso inesperado... un disparo resonó por toda la sala... un atentado...
Los tres chicos se quedaron paralizados de sorpresa, Cassandra y Persival nisiquiera sabían lo que había ocurrido bien. Yo miré hacia la mesa del Ducado con la boca abierta. Me temí lo peor, ya acostumbrado como estaba a los atentados sorpresa...
La bala del espontáneo no dió donde debería, teniendo en cuenta sus palabras, pero de todas formas, alcanzó a un ser viviente, la hija del Duque...
Me levanté de la silla de un respingo y tomé aire.
- ¡¡¡¡GARREEEETH!!!! - Aquella increíble exclamación se elevó incluso por encima del barullo que se había creado en la sala.
El hijo mayor de los Kidbudd captó el mensaje inmediatamente y se levantó de la misma forma que su padre.
- ¡Iros a casa, rápido! - Garth apuntó con su dedo índice a su hermano menor - Te confío a Cassandra. - Persival asintió, bastante pálido.
Garreth avanzó empujando sin piedad a la gente que se metía por su camino hasta encontrarse con su padre.
- ¿Que ha pasado con la bala?

- Le ha dado a la hija del Duque...

- ¿Y el culpable?

- Nuestro querido heredero se ha ocupado de él... - Le dí un toque sarcástico en la parte de "querido heredero"

- Ese idiota... - Musitó el joven, apretando los puños.

- Se la han llevado a la enfermería... - Le dí una palmada en el hombro - ¡Vamos!

Garth asintió. Corriendo, y todavía teniendo que apartar a gente de enmedio, nos abrimos camino hasta la enfermería del Ducado.

Movimiento: Vamos aquí La enfermería del castillo

Faelin aplaudio las palabras del anciano duque con una media sonrisa en sus labios, otra de sus elocuentes charlas por las que el pueblo, entre otras cosas, tanto le admiraba, terminada la conversacion tomo asiento de nuevo mientras se llevaba la copa a los labios para beber un largo trago de vino cuando el sonido del movimiento de una extraña maquina lo puso alerta, antes de que pudises articular palabra el restallido de polvora invadio la sala, al otro lado de la habitacion vio como Isidith ya tensaba el arco para atravesar al atacante hasta que vio que lo guardias llegaron, entonces volvio a ocultarse, un grito atraveso la sala:
"Muerte a Ambros, Larga vida a Sean!".

Debia de ser muy estupido o muy valiente para hacer algo similar, Faelin rastreo con la mirada para ver al autor del disparo pero la guardia ya le habia capturado, resignado giro la cabeza, necesitaba comprobar si habia algun herido... quiza Ambros finalmente...
Pero no, Ambros se hallaba perfectamente, la unica herida habia resultado ser su hermana adoptiva, Keira, que ahora parecia sangrar a borbotones por su herida en el hombro.

Percibio un ruido a su derecha, al girarse comprobo que se trataba de la Drow.
¿¡Pero que dem...!?
Faelin se hallaba alterado, algo impropio de el, mas antes de que pudises continuar la frase Isidith la interrumpio
Debes acompañar al Duque fuera de la sala, ya hablaremos despues -Antepuso ella con total calma, en esos momentos, la seguridad del duque era lo principal, asi como la del heredero, a fin de cuentas podia no estar solo
¿Pero quien era? -Pregunto el Drow cuando su compañera ya se giraba para marcharse-
Un elfo, apenas un crio, no se nada de el pero intentare averiguarlo, tu acompaña al duque -Antes de que pudiese replicar ya se habia perdido de nuevo en las sombras, el chambelan maldijo por lo bajo y se acerco a la mesa del duque, la gente ya empezaba a marcharse acompañada por los guardias ducales, al llegar junto a los duques vio como los guardias que restaban habian improvisado una camilla y se llevaban a la herida de la sala asi como a los duques, pese a su insistencia por ir con su hija, el chambelan se acerco a su señor, lo mejor era convencerle de que debia salir de la salir
Señor, su hija estara bien, deje a la medico trabajar, mañana cuando todos nos hayamos repuesto podra ir a verla

El duque no parecio muy conforme pero acepto a regañadientes irse acompañado por Faelin y la duquesa.

Movimiento: Voy a La clinica