Conociendo Uru

Movimiento: La enfermería

Tras un descanso reparador, después de una noche agitada, millones de dudas sembraban mi mente. Todas referentes al intento de asesinato fallido, aunque al parecer yo no era el único. Uru entero sabía ya de lo acontecido en la fiesta del Duque, y el tema corría como la pólvora de boca en boca. Sin embargo, dada mi posición y mi oficio, yo no podía hacer nada al respecto sin que se me ordenase, cosa que no había ocurrido. No tuve mejor idea que citarme con Félix en el mercado del barrio Oeste, para hablar con éste de los sucesos.

Al medio día, con el sol despuntando en lo más alto y lanzando sobre el bullicioso mercado un calor de mil demonios, vi a mi sargento apoyado en una esquina de la plaza, a la sombra de un gran tenderete de frutas y hortalizas. Llegué junto a él, ambos estabamos fuera de servicio y por consiguiente no vestíamos las prendas características de los Guardias de Uru, sino ropas casuales y capas largas. No obstante, el abultado mango de Fenrir sí que sobresalía por el cuello de mi capa, cosa que me hacía sumamente feliz: tener aquel dantesco mandoble me inspiraba seguridad y confianza.

-Qué nuevas hay, camarada? -le pregunté mientras miraba el puesto.




El sargento se acomodó en su postura relajda, apoyado contra el muro. Vestía una camisa blanca, espada enfundada en la cintura, pantalones marrones y botas negras. Cuando vió llegar a su Capitán, le saludó con un gesto y al escuchar la pregunta de éste respondió:

-Ayer estaba de guardia con unos hombres en... en una posada, de inspección rutinaria, ya sabéis. -dijo, intentando pasar por alto lo de la taberna- Cuando nos dieron la noticia, intentamos indagar y conseguimos sacarle cierta información al posadero... Los barrios Este y Oeste podrían estar interesados en la muerte de Ambros. -añadió, bajando la voz- Además, se ha comprometido a investigar en algunos puntos por nosotros... A cambio de 300 monedas.


Al principio me pareció bien la actuación de Félix, pasando incluso por alto lo de que estuviesen en una taberna de servicio, pero al escuchar que le había desembolaso 300 monedas a un ruin posadero por hacer las veces de investigador, no pude sino montar en cólera ante la inocencia del sargento:

-Maldito descerebrado! Le has dado una fortuna por nada! Y si ahora no investiga? Sabes cuanto dinero es eso? Debería deponerte y luego venderte como esclavo para pagar lo que has dilapidado con ese tabernero!

Tras haberme desahogado durante algunos minutos con el joven sargento, me tranquilicé, y concluí una solución mucho más útil y práctica:

-Bien, como recompensa a tus hábiles dotes de negociador, te suspendo el sueldo hasta que pagues incluso la última moneda de oro de esas 300 que has tirado a la alcantarilla.

- Adelante.... - dijo inclinando los hombros y dejando lugar a Vash para afilarla en la gran piedra circular que ofrecia de afiladora.

El mecanimo era tan basico como brillante, una gran rueda cual la de un carro solo que de madera que giraba activada por una serie de poleas movidas por las piernas con un facil pedaleo, con la piedra en movimiento bastaba en alinear la espada en la tangente correcta para conseguir un buen filo momentos despues, solia cobrar por afilar espadas, pero como él no debia hacer el trabajo, y ahora se disponia a martillar una barra de hierro sobre un gran yunque cercano dejando al afilador en deshuso, no vio problema en permitirle al espadachin su uso.

- Mi hermano crea buenas Katanas... - dijo el herrero entre martilleo y martilleo, observando el arma de su interlocutor - Muchos elfos le prefieren aun sobre sus propios herreros... él tambien tiene una forja... - dijo recordando la ultima vez que se habia encontrado con su hermano.

Una casualidad les deparo en la misma taberna, cinco años atras, compartieron bebidas y anecdotas, dos horas despues cada uno marcho a su habitacion con la promesa de reunirse nuevamente, y jamas volvieron a verse.

Vash oyó las palabras del herrero mientras estaba observando el filo de su katana y su atención dejó de ser su espada para girar la cabeza y mirar fijamente al herrero, enfundó su katana sin preocupación todo estaba bien, se acercó al herrero y a un par de palmos de distancia empezó a fijarse bien en su persona.

Empezó por el rostro, donde un largo pelo moreno con alguna que otra cana caía hasta más allá de sus hombros, su barba larga y morena igual, su gesto amable, empezó a recordar a su viejo amigo Bjor. La nostalgia empezó a llenar el cuerpo de Vash al que le iban cayendo lágrimas, estaba cabizbajo y el árido suelo se iba mojando poco a poco, al cabo de unos segundos, levantó de nuevo la vista y sonrió para decir:

- Fué un gran hombre, Bjor me enseñó todo lo que sé de la profesión de herrero, y me salvó la vida cuando yo era aún adolescente, murió hace unos años en Nifhleim por culpa de una enfermedad,... - dijo parando unos instantes ya que estaba emocionado - Siento tener que comunicarle yo esta grave noticia, si hay algo que pueda hacer por vos, yo estoy en deuda con él así que... - termino dejando la frase en el aire...

- Nifhleim... si,... ahi estaba su posada... Bjor gran idiota... dejarse morir por una fiebre... - murmuro el herrero, aunque mas hablandose a si mismo, mientras golpeaba sobre el yunque con cada vez mas fuerza, como descargando la ira en el metal. Aunque luego, cuando descubrio el destello de lagrimas en los ojos de su interlocutor, se enojo realmente.

- Dioses señor, recompongase... es la vida y la ley del mundo, vida y muerte, todos recibimos ambas y hemos de aceptarlas... la vida es dura y buena a la vez, llorar a los muertos es solo ver el lado duro, deja que Bjor duerma tranquilo en el submundo y no le levantes con tus nostalgias...

- Supongo que tu no cumpliste la ley de matar a tu padre no es asi?

- ¿Mi padre? - dijo sonriente Vash que se secaba las lágrimas de sus ojos - No sé quien son mis padres, fui abandonado en un Santuario muy lejos de aquí y desde que tengo razón de ser voy viajando por el mundo conocido, ayudando a quien lo necesita pues ese es mi fin en esta vida...

- Desde pequeño me enseñaron a apreciar la vida por encima de la muerte, por eso jamás sería capaz de matar a nadie aunque se lo mereciera por sus acciones, he salido vivo de muchos duelos y sucesos que han ocurrido a mi alrededor pero nunca matando a mis rivales... - terminó esta vez su discurso

Se volvió a atar la katana en el cinto y abrochó la gabardina tapando la espada con sus ropajes y con un gesto afable volvió a charlar:

- Enterré a su hermano en las afueras de Nifhleim, en su sitio preferido del lugar, una enorme pradera verde con vistas a la Sierra Blanca, grandes momentos pasamos allí, aunque no quiero aburrirte con eso... - se paró unos instantes y añadió - Ya sabe si necesita de mi ayuda o algun amigo suyo me alojo en la posada...

Luego agarró su mochila que yacía en el suelo mientras esperaba una respuesta del Herrero para poder seguir su curso en Uru ya fuera ayudándole o siguiendo lo que le deparase el destino

- Pues realmente no necesito favor alguno por el momento... llevo una buena vida atendiendo mi Herreria aqui... aunque si buscas trabajo talves pueda ofrecere algun puesto aqui... la paga no sera gran cosa pero supera a las noches bajo la luna... - dijo el herrero, lanzando su propio ofrecimiento mientras terminaba de martillar al yunque y lo volvia a colocar sobre las brazas de un gran horno de ladrillo y piedra.

Vash sonrío amablemente de nuevo a las palabras del herrero y respondió:

- Sería un placer poder trabajar con vos y aprender más en la profesión de la forja y herrería. Aunque también me gustaría conocerle ya que es el hermano de mi viejo amigo Bjor - dijo mientras dejaba la mochila al suelo - Disculpa mi nombre es Vash, no me había presentado - comentó disculpándose - Cuál es mi primera tarea? - finalizó

Estaba emocionado por empezar una nueva vida aunque esperaba que esta vez los Dioses no se portarán mal con él y sucediera de nuevo una desgracia. Y aunque no le gustara forjar armas para la gente, estaría en contacto y conocería más al hermano de Bjor cosa que merecía la pena además de sacarse un sueldo para pagarse las borracheras y el alojamiento.

Soy Glor - dijo el herrero extrayendo el hierro candente del horno - puedes empezar por terminar esta espada corta.... - dijo sonriente mientras mostraba el hierro cantente con forma de vara golpeada, aun le quedaba mucho trabajo para ser una espada, pero habia un par de guantes de grueso cuero sobre la mesa y el herrero esperaba aliviado por no tener que trabajar solo, considerando el encargo de hacia varios dias, demaciadas armas pensaba él, pero mantenia la confidencia.

Un placer, ahora empiezo - dijo afablemente

Vash se quitó la gabardina roja dejándola cerca de ahí apoyada en la mesa, llevaba una camisa algo vieja y desgastada por el tiempo se arremangó y recogió los guantes de cuero para ponérselos. Ya estaba listo para empezar a trabajar con Glor. Agarró con unas pinzas el hierro candente y se lo llevó al yunke, al lado había un gran martillo que usó para ir golpeando fuertemente para darle forma a la espada. Despacio pero constante, así trabajaba Vash, pegando duro al metal para que fuera cogiendo forma, chispas salían y pequeños trozos de acero al rojo vivo caían a los alrededores del lugar.

La tarea de herrero era cansada y dura pero no se iba a rendir, estaba acostumbrado a trabajar de sol a sol sin parar más que para comer y beber un poco de agua. El sudor empezó a caer por la frente de Vash ya que el calor empezaba a ser duro de aguantar, entre el astro rey que gobernaba con firmeza el cielo y el acero ardiente ese sitio parecía un desierto. Algunas de las gotas caían encima del metal haciendo que éstos se evaporaran al instante causando pequeños hilos de vapor de agua.

Así estuvo varias horas, pegándole a la vara para darle forma y calentando en el horno cuando el metal perdía ese rojo vivo que permitía forjarlo con calidad y mayor facilidad. Su objetivo era que Glor se sintiera orgulloso de él y de poder ayudarle sin ser una molestia por lo que se mantuvo concentrado en el trabajo, sólo parando para beber un poco de agua y refrescarse el rostro. Durante ese tiempo apenas abrió la boca para hablar con su maestro en contadas ocasiones.

Tras la reprimenda al joven sargento, me dispuse a hablarle del asunto que en realidad nos importaba. Metí la mano entre mis ropas y saqué un sobre, dentro del cual había una carta que yo ya había leído, y que suponia un riesgo para ambos, por lo que me dispuse a advertir a Felix:

-Escúchame atentamente. Dentro de este sobre hay una carta, en la que em piden que investigue el caso del intento de asesinato... Sin ser descubierto. Sólo me resultará mucho más dificil, así que como mi sargento y camarada te pregunto... Te atreves a ayudarme? Debo advertirte que si descubren que estamos investigando esto probablemente ambos perdamos nuestro oficio... Y quizás algo más. -rematé, para asustar al sargento, pues esto era totalmente necesario: era indispensable contar con un Felix decidido y plenamente consciente de lo que hacíamos.




El sargento era valiente y profesaba gran respeto y lealtad por su capitán, por lo que no se lo pensó dos veces y exclamó con decisión:

-Por supuesto Capitán! Estoy con usted hasta el final!


Me alegró la respuesta de Felix, sin duda era un buen soldado. Querría haber planeado esto con mas tiempo, pero no había momento para ello, por lo que al escuchar que aceptaba rápidamente empecé a urdir la estrategia:

-Me alegra saberlo. Bien, el plan es el siguiente. Irás a ver a Alfros, sin duda el tiene que saber más sobre el atentado. Mientras yo buscaré la información que pueda... Vamos!

Dadas las instrucciones, y mientras veía a Felix correr calle arriba hacia el castillo, yo me acomodé a Fenrir en la espalda y me puse a echar un vistazo por el mercado... Según mi ayudante el Oeste era uno de los barrios implicados, lo que significaba que mercaderes y artesanos tenían algo que ver en ello.

Glor por su parte parecio olvidar al nuevo aprendiz, o al menos asi actuaba, mientras él trabajaba en otra arma, una espada algo mas grande y elaborada.

Su velocidad y presicion no se debia solo a que sin duda era un exelente herrero, pero tambien por la necesidad de terminar con un encargo que le significaria un buen ingreso y un posible cliente.


Y finalmente cayo la noche, Glor hundio su incandecente espada en un barril de agua y dijo a Vash.
- Deja por hoy, debo cerrar... mañana, al alba, habras de terminarla, y reparar algunas cotas...
Ni agradecimientos, ni despedidas ni nada mas que ordenes, aquel herrero habia sido disiplinado por alguien duro y sin duda los sentimientos y gestos no figuraban en su diccionario.


Por su parte, Felix volvio al mercado y ubico al Capitan, jadeante se dispuso a comentar los descubrimientos, que tal ves serian de utilidad, el paramo del asesino debia ser algo...

- De acuerdo - dijo amablemente - Hasta mañana - saludando con el brazo derecho

Vash dejó su proyecto de espada corta en el barril de agua para que el hierro templara. Agarró la gabardina y la mochila para prepararse para ir a una fuente cercana a limpiarse un poco después del duro día. Allí se quitó la camisa sin pudor alguno a si alguien le miraba, varias cicatrices recorrían su torso, unas más largas que otras, algunas más gruesas que finas, demostraban que había recorrido varias batallas salvando la vida en todas ellas.

Después de asearse un poco regiró entre su mochila para coger otra camisa muy igual a la otra que había llevado pero limpia y se la pusó, después la gabardina se la ató y finalmente se fué a la Taberna a tomarse unas copas.

Voy hacia Aqui.

- Pues, no demaciado - Dijo el sargento - Pero Alfros escucho la conversacion de un par de nobles, parece que han descubierto el poblado del asesino... un pequeño bosque donde vive una comunidad elfica... una veintena de almas parece ser... aunque mañana marcharan los nobles en busqueda de sospechosos, y se rumorea que masacraran a todos...


Felix concluyo su informe contando a Kaelos sobre la ubicacion del poblado, en el extremo opuesto del gran lago.

Las noticias de Felix eran al mismo tiempo jugosas e inquietantes. Así que un Elfo de una villa cercana al Gran Lago? Sin duda llendo allí podríamos sacar algo en claro, aunque según el sargento los nobles la arrasarían en poco.

-Ya veo... -musité casi inconscientemente. Sólo había una posibilidad, y esta era marchar ahora mismo hacia la aldea, no habia tiempo que perder.- Felix, rapido, a los establos del Duque! Necesitamos dos caballos y ponernos en marcha ahora. Por supuesto, no cojas tu uniforme ni nada parecido, solo algún arma como protección. Vamos, no tenemos tiempo! -dije, al tiempo que yo mismo salía corriendo para aparejar un par de monturas y salir hacia la aldea.

Movimiento: Va aquí